Dedicatoria Crónicas de la serpiente emplumada


Crónicas de la serpiente emplumada es una de las antologías de libros que más me ha inspirado. Estando desde su descubrimiento en mi serie de novelas favoritas.

Aunque mi idea de crear mi propia ficción alternativa fue anterior a conocer este título, fue el hecho de conocer esta historia la que me permití “sacar del closet” mi propia ficción. Es por lo mismo que como tributo a esta magna obra, aunque el discurso de su ficción y la mía son distintos quise tomar prestadas las palabras del autor en su primer libro como preámbulo de mi propia ficción.

 

Sus títulos puedes encontrarlos en los blogs del escritor, enlaces en la amoxcali del este portal

 

Dedicatoria

Muévese el mundo, muévese la vida. Quien oy está arriba, mañana estará abaxo. Quien oy ríe, mañana llorará. Creer una otra cosa e ignorar aquesta tan básica estigma es de inorancia e camino de lamentos. Pues sólo tristeças trae el se creer poseedor de la verdad e la dicha eternas, e perdellas luego.

Manuscrito anónimo castellano, siglo XVI

 

A todos los que piensan que hay una sola historia.

Para recordarles que hay otras voces, y que muchas veces se las ignora porque se cree que la única válida es la del vencedor.

A todos los que piensan que el poder, la gloria y el dominio son eternos e inmutables, y que los merecen por ser quienes son.

Para recordarles que las montañas se convierten en arena con los siglos, que los árboles más añosos también se secan, que la vida humana es tan perenne como la hierba y que el destino es una rueca que gira: quien hoy ríe, mañana llore quizás.

A los pueblos ricos y poderosos.

Para recordarles que deben meditar, de tanto en tanto, si su riqueza no está teñida con la sangre y el sudor de los pueblos empobrecidos, o si su poder no se sustenta en la miseria de los grupos debilitados. Pues es triste vanagloriarse de la felicidad propia cuando el precio de la misma es el bienestar ajeno.

A todos los que creen que el destino está escrito.

Para recordarles que basta una mínima decisión —pequeña, insignificante— para desviar el curso de cualquier acontecimiento, e incluso el de toda una Historia.

A todos los que fomentan el odio, las guerras, las desigualdades, sean quienes sean.

Para recordarles que, en algún amanecer, pueden encontrarse exactamente en medio de eso que ellos fomentan. Y cosecharán, por fin, lo que con tanto trabajo han sembrado.

A todos los que padecen complejo de superioridad y lo hacen sentir.

Para recordarles que, debido a una simple ley física, todo lo que sube tiene que bajar.

A todos los que hacen uso de la fuerza para hacer oír sus razones y para llevar a cabo sus propósitos.

Para recordarles que, debido a otra ley física, toda acción genera una reacción de la misma fuerza pero en sentido inverso.

A todos los que imponen el silencio y el miedo.

Para recordarles que se mata a los hombres pero no las ideas, y que el miedo, si se le da tiempo, se convierte en odio, y el odio, en venganza. Y ninguno de esos términos tiene consecuencias gratas en la realidad.

A los que se empeñan en marcar diferencias.

Para recordarles que debajo de las etiquetas y las vestiduras con las que nos cubrimos, debajo de los títulos que creamos y de las estructuras que armamos, somos todos exactamente iguales: seres humanos que reímos, lloramos, soñamos y cantamos, niños y adultos, hombres y mujeres… Todos —todos— iguales.

A los que se creen afortunados, poseedores de la dicha y de la verdad.

Para recordarles que la fortuna es una moneda con dos caras que siempre está rodando, y que debe ser manejada con prudencia y sensatez.

A los que se creen desposeídos, débiles, olvidados, perdidos, mancillados.

Para recordarles que las palabras son invenciones del ser humano. Y que el término «imposible» fue acuñado por el mismo que quiso que lo creyéramos, al igual que todos los otros, todos los que nos encadenan, los que nos amordazan, los que nos niegan, los que nos ciegan.

A los que han caído en nombre de la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, la comprensión, el respeto, la paz.

Para rendirles el mejor homenaje que pueden recibir: el recuerdo.

A todos los que gusten de leer, de aprender, de recordar. Esperando que estas páginas sean el primer paso de un camino a otros mundos, otras lenguas, otras culturas, otras creencias, otras esperanzas y miedos, otros sueños y aventuras. Y que logren esbozar una historia que no fue pero que pudo haber sido, o puede estar siendo con otros protagonistas, con otros nombres, con otros tiempos.

Y confiando en que puedan sentir estas letras como yo las sentí al escribirlas, párrafo por párrafo: con tristeza por lo que pasó, con vergüenza por lo que hoy sigue ocurriendo y no evitamos, y con la certeza de que, si así lo decidimos, es posible cambiar la historia y darle un rumbo nuevo.

Para que nada de lo que sucedió vuelva a repetirse.

Edgardo Civallero

Córdoba de la Nueva Andalucía, Argentina. Otoño austral de 2008.

Año 9-pedernal / Chiucnahui-tecpatl

Bustarviejo, España. Otoño boreal de 2009.

Año 10-casa / Mahtlactli-calli

 

 

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