LAUTARO


LAUTARO (LEFTRARU)

latauroEn la historia de la guerra, y entre la multitud de líderes de la resistencia de diferentes pueblos indígenas al dominio europeo se destaca la brillante figura del gran Leftraru, conocido comúnmente como Lautaro, debido a que mantuvo una importante racha de victorias contra las tropas españolas y convertirse en uno de los mejores ejemplos de la historia militar de que mientras mejor se conoce al adversario, más fácil se torna vencerlo.

Su nacimiento se estima hacia 1534 en las proximidades de Tirúa, en la cordillera de Nahuelbuta, hijo de un lonko (jefe no militar) llamado Curiñancu. Con 11 años de edad fue capturado y convertido en sirviente en la caballeriza del comandante Pedro Valdivia, experiencia que le dotó de un gran conocimiento de la cultura española, no solo de sus modos de vivir sino también de sus métodos para combatir. Hacia 1550, en su calidad de sirviente, Leftraru fue testigo del brutal trato a los mapuches vencidos tras las batallas de Andalién y Penco, por lo que decidió huir. Tres años después se había convertido en un notorio Toki, un jefe militar: habría adquirido protagonismo al informar a diferentes clanes y lonkos, sobre las vulnerabilidades de los españoles (la dificultad de maniobrar en terreno agreste con sus pesadas protecciones de acero, inutilidad de la pólvora con la lluvia) y las ventajas de utilizar las armas que se capturaran al enemigo, como espadas y caballos, así como tácticas para combatir a la caballería.

En diciembre de 1553 tuvo lugar su éxito más resonante, la batalla de Tucapel, aplastando al ejército español y apresando a su comandante, el gobernador de la Capitanía General de Chile, su antiguo patrón, Pedro de Valdivia, quien sería ejecutado poco después. En la victoria fueron decisivas la elección del terreno para neutralizar las ventajas del adversario, su caballería y sus arcabuceros y la coordinación entre los distintos grupos de ataque. En febrero de 1554, dos meses después de la muerte de Valdivia, Leftraru nuevamente demostró su liderazgo en la Batalla de Marigüeñu, donde aplastó al contingente comandado por Francisco de Villagra. Esto le permitió destruir y saquear completamente la ciudad de Concepción, brutalidad característica de toda la “Guerra de Arauco”.
Sin embargo, entre 1554 y 1555 una peste de tifus diezmó a la población mapuche. Los españoles no podían recuperar aún la iniciativa, así que se atenuó la intensidad y frecuencia de los enfrentamientos. Hacia 1556 Leftraru reinició los combates, tratando de avanzar hacia Santiago, logrando llegar hasta el río Maule, siendo detenido en la batalla de Peteroa. Un año más tarde, las campañas destinadas a avanzar hacia la zona central continuaron. Lautaro logró establecerse en una zona protegida, construyendo un fuerte o malal que le permitiría controlar la región disponiendo de recursos para lograr la expulsión total de los españoles del Valle Central. Sin embargo, los excesos y castigos cometidos por sus hombres en contra de los los promaucaes, habitantes de la región, le valieron la enemistad de varios caciques que se vengaron delatándolo. Antes de la batalla campal contra Francisco de Villagra en Mataquito, fue asesinado en su campamento. Desmoralizados, sus hombres fueron derrotados por el ejército de Villagra, que tomó la cabeza del Toki para exhibirla en la Plaza de Armas de Santiago.

La muerte de Lautaro no fue tan importante para la resistencia mapuche (pues no significó su fin), como lo fue su vida. Su mentalidad pragmática, abierta a usar todos los medios posibles para combatir al adversario, a conocer sus fortalezas y reproducirlas, conocer sus debilidades y explotarlas, fue la llave para acabar con el mito de la invencibilidad de los españoles en el continente americano, y convertir la resistencia mapuche en la más indómita y efectiva al dominio europeo, garantizando la libertad (siempre defendida a brazo partido) de su pueblo por los siglos siguientes.

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