Can-Ek


Can-Ek El héroe maya que retó a la iglesia católica

Artículo publicado en www.tlacaeleloficial.com

Can-EkÉsta no es la leyenda de un héroe europeo que la historia recuerde con películas y grandes obras literarias. Esta es la historia de un héroe nativo que reto a la iglesia en una época en la que la lectura estaba prohibida para la población y ser nativo era sinónimo de estar destinado a la clase baja. Un hombre excepcional que 300 años antes del internet supo mover a su gente para organizar la independencia mental, espiritual y laboral a la que los opresores los tenían obligados. Recordemos a Can-Ek, el gran héroe maya que se negó a arrodillarse ante la cruz y sobre todo se negó a creer que el destino de su pueblo era servir a los extranjeros.

Can-Ek nació en la ciudad de Campeche a la sombra de un convento. Sus padres nativos mayas, estaban designados al servicio de los religiosos franciscanos, quienes muy pronto se dieron cuenta de la excepcional inteligencia y sagacidad de pequeño Jacinto como fue bautizado, por lo que decidieron hacerse cargo de su educación.

Un fraile de la orden de San Francisco le enseñó teología, latín, gramática, moral e historia. Lo cual el pequeño Jacinto Can-Ek aprendió con gran habilidad. Cuando el religioso recibió la orden de continuar su apostolado en Mérida, llevo consigo a Jacinto quien ya comenzaba a apreciar las injusticias.

Quizá se pudiera pensar que cobijado bajo el hábito de la iglesia y los sacerdotes Can-Ek terminaría convirtiéndose en religioso, o al menos un devoto al servicio de los siervos del dios cristiano; por que los tiempos no hubieran permitido mayor cosa. Pero el conocimiento le hiso libre. Sus ojos se abrieron y se dio cuenta de las injusticias que amedrentaba a su pueblo.

Pronto comenzó a manifestar su rebeldía con hechos y palabras. Los sacerdotes le amonestaron y conminaron a la sumisión y al silencio como siempre se había hecho; Mas Jacinto ya no podía callarse ni contenerse; por lo cual los superiores decidieron que fuera expulsado del convento. La iglesia tenía claro que un nativo ilustrado era un peligro.

En cuanto se le cerraron las puertas de la orden religiosa Can-Ek entendió a la perfección cuál era su misión y destino, por ello se fue a la feria del pueblo y ahí, en la esquina más concurrida arengo a su gente para rebelarse contra los españoles e iglesia, quienes habían llegado a quitarles todo y convertirlos en sus ciervos con el pretexto de la salvación de su alma a través del dios que trajeron.

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Jacinto era de verbo fácil, de actitud firme y decidida, un hombre que supero todos los estereotipos que tenían de su gente y supo demostrar que los nativos tenían capacidades propias que como raza les vuelven únicos:

Era todo un líder de corazón valiente, que hablaba a la perfección la lengua maya por ser su lengua, pero además era perfecto su español y latín, sabía muy bien la historia de su pueblo, de sus deidades y además la historia de Israel y su dios. Además de dominar la gramática y el buen decir de la lengua española nadie podía engañarle, su conocimiento era superior incluso al de muchos estudiosos, pues no aprendió para ser sumiso sino para conocer a su enemigo y conocer sus propias raíces como nativo maya.

Entendió que los españoles pusieron de rodillas a su gente con dos armas poderosas; La cruz y la espada. Y era horade liberarse de ambas.

La gente comenzó a llamarlo Jacinto Can-Ek en honor al último cacique de la casa maya de los Itzaes Can-Ek (Serpiente enfurecida) Quien había dirigido la resistencia desde Chetumal.

Por supuesto pronto las autoridades españolas pronto se dieron cuenta que había un nativo agitando las masas y dieron la orden de aprenderlo, más Jacinto Can-Ek logró escapar internándose en la selva, apoyado por un grupo de rebeldes, quienes lo apoyaron para iniciar la ofensiva contra las autoridades españolas que gobernaban Yucatán.

Tras una serie de enfrentamientos entre autoridades y nativos rebeldes, Can-Ek fue capturado y puesto en prisión, pero logró escapar. Se le capturó varias veces más pero era un hombre tan hábil y astuto que siempre encontraba el modo de escabullirse de las prisiones, por lo cual más tardaban en capturarlo que en evadirse de las cárceles.

Por todas partes comenzaron a unirse nativos a Can-Ek, un pueblo consiente no necesita muchas explicaciones, en cuanto les llegaba el llamado a la rebeldía, mostrabas un corazón decidido, porque no había nativo que no estuviera en contra del yugo  al cual les sometían.

Aquello estaba convirtiendo se en un gigantesco polvorín; Por lo cual el gobernador de Yucatán brigadier José Crespo y Honorato, ordenó a sus tropas restablecer el orden en la península.

El duro enfrentamiento entre tropas y rebeldes se dio en el poblado yucateco de Sotuta. La batalla no fue fácil para los nativos porque aquellos soldados estaban muy bien adiestrados y tenían excelentes armas y estrategias. Los rebeldes habían logrado incendiar la villa de Kisteil, una hermosa propiedad española. Mas por desgracia las tropas lograron capturar a los nativos, siendo así como el 7 de diciembre de 1761, Jacinto Can-Ek fue conducido a Mérida como prisionero.

Can-Ek fue acusado de alta traición contra la corona española y sentenciado a ser descuartizado vivo, atenaceado, quemado su cuerpo y esparcidas sus cenizas por el aire.

Esta vez los cerrojos fueron inviolables. No hubo cómplice que pudiera abrir las puertas y darle nuevamente libertad a Jacinto Can-Ek. Por lo cual llegado el momento la sentencia se cumplió al pie de la letra.

Se le sometió a la tortura ordenada, se destrozó su cuerpo y después fue arrastrado hasta la plaza principal de Mérida, donde se colocó a la vista de todos como una señal de grave advertencia. Después de tan ignominioso ejemplo se prendió una hoguera donde fue arrojado su cuerpo.

Cuando el fuego lo consumió todo, las cenizas fueron recogidas, se les llevó a un valle cercano a los montes y ahí fue entregado al viento.

La rebeldía continúo micho tiempo. El nombre de Jacinto Can-Ek no es quizá muy conocido pero sus cenizas vuelan por los vientos de este continente que gracias a corazones como el de Can-Ek que aun contra toda amenaza de muerte y tortura. Con la firme convicción de que la libertad de los pueblos va de la mano del conocimiento y la determinación hasta entregar la vida misma, hoy aún hay esperanza.

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