Una de las costumbres más curiosas que los europeos (principalmente los franceses) observaron en la forma de guerrear indígena fue que durante los combates en el bosque las partidas guerreras indígenas avanzaban implacables por la espesura flanqueando a las unidades enemigas buscando envolverlas, pero la mayor parte de las veces se dejaba un pequeño hueco en la bolsa por donde los más desanimados enemigos buscaban huir.
Existían dos razones fundamentales para dejar esta esperanza de fuga: la primera contemplaba la importancia de la moral del enemigo, puesto que se consideraba que los adversarios completamente rodeados podían luchar hasta la muerte con la esperanza de llevarse consigo a tantos atacantes como pudieran. La segunda era que al colapsar la formación enemiga por aquella ruta era más sencillo dar caza a los que huían que enfrentar una defensa cohesionada. Ambas tenían el claro propósito de evitar en lo posible la pérdida de vidas entre las propias partidas de guerra.
Parecen haber sido muy pocas las veces en que tender este cebo no añadiera éxito a la ya de por sí eficiente táctica de “guerra india”, probablemente la excepción más famosa ocurrió en la batalla de Bushy Run de 1763, donde una unidad de highlanders fingió escapar a través del hueco en la línea enemiga, solo para dar media vuelta y caer por la espalda de ella. Sin embargo no hay situaciones similares en enfrentamientos de la misma importancia.
