caballo loco


Caballo Loco

caballo locoA diferencia de su igualmente famoso contemporáneo Toro Sentado, Caballo Loco fue un hombre nacido para la guerra. No era un conquistador tanto como un defensor de su gente, pero contaba con las cualidades de un comandante, era astuto, pragmático, carismático entre sus guerreros y tenía un valor que hasta sus enemigos reconocían a disgusto.
Existe cierta discrepancia sobre su nacimiento, entre 1840 y 1845, así como las fotos que se pretenden sus retratos. Siempre mostró rechazo a posar para una y ninguna de esas fotos esta acreditada definitivamente: la que aquí se muestra es más que nada de referencia.

Cuando joven combatió como todos los guerreros lakota contra las naciones enemigas: crows, pawnees, poncas, arikaras y especialmente los shoshoni, pero fueron las Batallas de Plate Ridge y Red Buttes, al lado de los Cheyenne y arapaho (en venganza por la masacre de Sand Creek, llevada a cabo por la caballería estadounidense) las que le ganaron el nombramiento de Jefe de Guerra. Si su arrojo era nato y su astucia la obtuvo con la experiencia de la guerra, la confianza que le convirtió en un líder legendario provino de sus visiones, determinantes en la vida de todo hombre lakota (y de otras naciones), la Medicina que obtuvo le hizo invulnerable a las balas. Superstición o no, pese a que siempre combatía en primera línea nunca resulto tocado por bala alguna; Incluso su muerte fue provocada por un bayonetazo, no por un disparo.

Como jefe de guerra de los oglala, su lucha contra los estadounidenses inició junto al jefe Nube Roja. Con él se dio a conocer mediante la victoria sobre el coronel Fetterman en 1866. Pese a que al año siguiente vino el revés de la Batalla de las Carretas, su reputación era ya muy sólida. Era capaz de atraer al enemigo a trampas que no sospechaba y de cargar de manera devastadora cuando era necesario, o de desaparecer dejando atrás a sus perseguidores para aparecer por otro punto. Su presencia además animaba a todos los guerreros que luchaban con él y evitaba su dispersión incluso en las situaciones más desesperadas.

Cuando Nube Roja se mostró dispuesto a contemplar la venta de las Black Hills al gobierno de los EE UU, Caballo Loco renegó de él y con todos los que le quisieron seguir se unió a los hunkpapa de Toro Sentado. Con él participó en la Guerra Sioux de 1876, y fue el principal líder y estratega detrás de las victorias sobre Crook en el Rosebud y sobre Custer en Little Big Horn. Sin embargo, tampoco estuvo a salvo de las represalias que siguieron a esta campaña y no pudo evitar la masacre del campamento de Caballo Ajeno. Al retirarse Toro Sentado hacia Canadá, se negó a ir con él. Con sus hombres debilitados por el invierno, aún presentó una última batalla contra el general Nelson Miles, en Wolf Mountain. Pese a que no hubo mayor número de muertos ni heridos, esta batalla terminó de persuadir a Caballo Loco de que ni en invierno era posible librarse del acoso de los norteamericanos. Decidió finalmente rendirse al general Crook en Fort Robinson Nebraska, el 5 de mayo de 1877. Allí vivió por cuatro meses en la reserva de Nube Roja, hasta que la rebelión y escape de su reserva de los Nez Percé puso en alerta al ejército. Caballo Loco se negó a participar para someterlos, y algunos sospecharon que planeaba unírseles. El 5 de septiembre de 1877 fue finalmente asesinado en Fort Robinson, de un bayonetazo.

Caballo Loco fue sin duda el último gran jefe guerrero de las Grandes Llanuras. No solo su valor y tenacidad en defensa de su pueblo, sino sus dotes militares, que le hicieron tan temido y respetado como odiado por sus enemigos, le ganaron un lugar como uno de los comandantes más brillantes de la historia de las Américas, y por qué no, de toda la historia militar.

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